martes, 29 de abril de 2014

Llamamiento de Buenos Aires: Teatro en Defensa de la Humanidad

Martes 29 de Abril / Sala Raúl González Tuñón [1º P] 19:00.

El objetivo es promover la construcción de una red amplia, diversa, plural, con un profundo sentido humanista y solidario, para todos los trabajadores y trabajadoras del teatro y para todos aquellos que sienten el deseo de aportar activamente a la transformación social, manifestándose en favor de la vida, de la paz, de la justicia y la libertad. Una red de teatros como búsqueda incesante de unidad e integración de los pueblos para levantar creativamente una muralla de ideas, acciones y pensamiento crítico que pueda despertar conciencias, y entusiasmar en la convicción que otro mundo es posible.
Presenta la red: Manuel Santos Iñurrieta (Coordinador de la red - el bachin teatro - CCC).
Participan: Stella Calloni, Atilio Borón, Rina Bertaccini, Juano Villafañe, Jorge Dubatti, Horacio López, Julieta Grinspan




domingo, 20 de abril de 2014

AUNA Argentina ante el adiós a Gabriel García Márquez

"La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla" dijo Gabriel García Márquez en una de las últimas entrevistas que concedió. Los jóvenes de los años 70 esperaban impacientes en las librerías las sucesivas ediciones de  su novela Cien años de soledad, porque una vez leída querían conservarla y regalar otros ejemplares a los seres queridos, como si se tratase de una joya. Y lo era, sin duda.  La Argentina se enorgulleció de este notable descubrimiento editorial, debido a la gran intuición de Francisco Porrúa, de  Sudamericana, cuando esa empresa era nacional.  Ocurrió en 1967, el mismo año en que murió Ernesto Che Guevara. Como una suerte de justicia poética, el arte nos concedía esa obra a cuyo conjuro pudimos comprender mejor  a Nuestra América, la que se extiende al sur del Río Colorado, y sentirnos parte de ella. Nos reconocimos herederos de un riquísimo mestizaje cultural.  Y supimos que Macondo puede estar en La Pampa, o en Santiago del Estero, en Misiones, en San Luis  o en un barrio suburbano.  Que el cacicazgo que soportaban muchas provincias nuestras era y es parte de esas burguesías latinoamericanas que se beneficiaron de los frutos de nuestra Primera Independencia, a la que traicionaron para ponerse al servicio del imperialismo yanqui. Y que la rapacería de la United Fruit se reeditaba en otros países hermanos, explotando el estaño en Bolivia, el petróleo en Venezuela, las esmeraldas en Colombia, los ganados y las mieses en la Argentina.

Nuevas generaciones redescubrieron a Gabo en ésa a la gran novela latinoamericana y una de las más altas en el parnaso universal,  una obra que tan bien nos describe y que reafirma una estética muy nuestroamericana, donde lo imaginario nos ayuda a aprehender lo real, y donde la verdad puede ser trágica, apasionante, risueña y feliz, pero siempre sorprendente y maravillosa, siempre más alta que el vuelo silvestre de la perdiz.  

A cien años de soledad  siguieron otras tan bellas como El coronel no tiene quien le escriba, o como El amor en tiempos del cólera. Pero Cien años de soledad fue la que impulsó la universalización del llamado boom de la literatura latinoamericana, que resignificó las obras de Juan Rulfo, Miguel Ángel Asturias y Alejo Carpentier, y potenció la resonancia de Rayuela de Julio Cortázar, las novelas de  Mario Vargas Llosa, Juan Carlos Onetti, Augusto Roa Bastos, Carlos Fuentes, y los cuentos de Jorge Luis Borges.

Después supimos del gran periodista que había en Gabo, a quien debemos La aventura de Miguel Littin clandestino en Chile  y Entre cachacos, en cuanto a textos periodísticos. Y en cuanto a creación de instituciones de trascendencia, la primordial es la fundación de la agencia de noticias Prensa Latina, junto con los argentinos Rodolfo Walsh, César Massetti y Rogelio García Lupo, y el uruguayo Carlos María Gutiérrez. En La Habana trabó amistad con Ernesto Guevara y Fidel Castro; no podía ser sino así.  Muerto el Che en Bolivia, la hermandad con Fidel y la Revolución Cubana se reafirmaría y prolongaría hasta el fin de sus días.

Se nos fue Gabo en Jueves Santo, a los 87 años, y con él se nos fue una parte muy importante de nuestras existencias.  Su nombre y su obra jamás serán olvido. Es innegable su aporte literario y militante al resurgimiento del sueño de la Patria Grande. Al recibir en 1982 el Premio Nobel, Gabriel García Márquez dijo ante la Academia Sueca:


Un día como el de hoy, mi maestro William Faullkner dijo en este lugar: "Me niego a admitir el fin del hombre". No me sentiría digno de ocupar este sitio que fue suyo si no tuviera la conciencia plena de que por primera vez desde los orígenes de la humanidad, el desastre colosal que él se negaba a admitir hace 32 años es ahora nada más que una simple posibilidad científica. Ante esta realidad sobrecogedora que a través de todo el tiempo humano debió de parecer una utopía, los inventores de fábulas que todo lo creemos, nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía contraria. Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra.